Aunque el VIH sigue siendo una enfermedad grave y mortal, en la última década los avances médicos han permitido desarrollar fármacos que permiten "detener" el avance de la enfermedad y hacer que la persona que la padece pueda tener una vida casi normal. Sigue siendo un mal incurable pero ya se puede vivir con él. Hay una condición: Los pacientes deben someterse a tratamientos de por vida, tomando los medicamentos necesarios.
Pero cuando alguien tiene que tomar a diario muchas pastillas por un tiempo muy largo suele ocurrir un problema conocido en el mundo de la medicina como "falta de adherencia al tratamiento". Es decir, que el paciente se vaya descuidando y deje de cumplir estrictamente con la toma de sus pastillas en los horarios en que le corresponde hacerlo. Esto es muy común y los paciente pueden recaer y agravar su condición médica.
Simplificando el tratamiento
Pero ese problema podría acabar pronto. En un reciente Simposio Internacional sobre el SIDA que se ha realizado en España, el Jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clinic de Barcelona ha presentado a la prensa los avances sobre un tratamiento más llevadero que los tradicionales. Así, en vez de tomar pastillas todos los días el paciente, simplemente, tendría que ponerse una sola inyeción cada dos meses.
Los investigadores explican que no se trata nuevos fármacos sino medicamentos que ya existen en el mercado pero que actualmente tienen que tomarse a diario. Lo que se ha hecho es procesarlos con nanotecnología para que tengan una liberación más retardada. Es decir, irán "soltando" sus ingredientes activos en el organismo del enfermo poco a poco durante un tiempo mucho más prolongado del normal. De esa manera bastaría una sola dosis cada dos meses para lograr el mismo efecto que hoy se consigue tomándolo a diario. Las consecuencias sobre la calidad de vida de los pacientes, en ese sentido, serían radicales.
El futuro inmediato
Pero aún no está listo. El tratamiento está en fase 3 de estudio. Se calcula que "si todo sale bien" podría salir al mercado en Europa en el 2018. Nada de esto significa que la batalla contra el SIDA se esté ganando. Los métodos de contagio siguen siendo los mismos y nadie debe bajar la guardia frente a una enfermedad que mantiene intacta su capacidad de matar, especialmente en sociedades donde el acceso a los medicamentos es más difícil. Pero de todos modos constituye una esperanza para mejorar la vida de las millones de personas infectadas en el mundo
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