Como ya hemos explicado una de las principales funciones de los riñones es filtrar las toxinas y el exceso de agua de la sangre además de regular el calcio y la vitamina D en el cuerpo. Cuando los riñones empiezan a fallar no hay algo como un dolor o síntoma muy claro que te pueda indicar que que algo anda mal. El paciente puede estar durante años "preparando" una enfermedad renal sin saberlo. Y como todos sabemos mientras más temprano se detecte un problema médico, más fácil resultará tratarlo y curarlo. Por eso es muy importante estar atento a un conjunto de "señales" que el cuerpo manifiesta cuando los riñones empiezan a fallar. Tener una sola o dos de ellas no significa que haya un problema renal. Pero si notas que varias de ellas aparecen juntas quizá sea una buena idea visitar un médico.
Ocho señales
- Cambios en los patrones de orina: Por ejemplo, el que uno empiece a notar que ahora, a diferencia de antes, orina con mucha más frecuencia, con más o menos abundancia de líquido o que se ha hecho habitual despertarse en la noche para ir al baño.
- Cambios inexplicables en el aspecto de la orina: Por ejemplo mayor turbidez, mayor claridad. Algunos alimentos y medicamentos pueden causar cambios en el color de la orina, pero si no es el caso, hay que averiguar la causa.
- Señales de retención de líquidos en el cuerpo.: Cuando uno retiene líquidos se le hinchan los pies, los tobillos, las piernas, la cara o las manos. Puede ser señal de que el cuerpo no se está deshaciendo del exceso de agua adecuadamente, algo que no ocurre cuando hay riñones sanos.
- Cansancio y fatiga más frecuentes e inexplicables: Sin haber hecho esfuerzos especiales ni fuera de lo común es más frecuente sentirse cansado. Por supuesto esto también puede ser provocado por problemas cardiovasculares o malos hábitos de vida, pero también puede ser producto de fallos renales.
- Picazón en la piel. Cuando uno retiene muchas sustancias tóxicas en el cuerpo (que deberían ser eliminadas por un riñón sano) aparecen picazones en diferentes partes, sin un patrón claro.
- Cambios en el sabor de la propia saliva y en el olor del aliento. Un sabor metálico en la boca y un olor fuerte parecido al amoníaco en el aliento pueden ser síntomas de retención de úrea, algo que no sucede en las personas con riñones sanos.
- Pérdida de peso y de apetito. Es consecuencia de todo lo anterior.
- Aumento de la tensión arterial (hipertensión)
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